Y hablando de Bolonia, este artículo de El País es muy interesante al respecto.
En el nombre de 'Bolonia'
La declaración europea para crear una Universidad homologable se ha usado como excusa para otras quejas - El Gobierno no ha reaccionado a tiempo
SUSANA PÉREZ DE PABLOS 25/11/2008
El nombre de Bolonia, la universidad más antigua de Europa, se está utilizando en vano. Vale para todo. Más allá de los lógicos desacuerdos o matices de cualquier iniciativa de alcance, se está viendo cómo una combinación de explicaciones insuficientes está llevando de boca en boca el nombre de Bolonia hasta convertirlo en un término controvertido, sagrado para unos y maldito para otros. La realidad es muy sencilla: la Declaración de Bolonia, firmada en 1999 por 29 países, pretende crear, nada más y nada menos, una especie de Unión Europa Universitaria ampliada. Pero su contenido se resume en sólo tres puntos: movilidad estudiantil en Europa, estructuración de los estudios en tres niveles (grado, máster y doctorado), y articulación de los programas en créditos europeos (ECTS), que, además de las horas de clase, incluyen el trabajo personal de los estudiantes. Por decirlo en términos rotundos, todo lo demás no es Bolonia.
En realidad, algunas de las quejas tienen que ver de refilón con el proyecto de cambio, pero no con el de Bolonia, sino con el del Gobierno español. Éste decidió aprovechar la convergencia europea para actualizar los títulos, algo que algunos veían imprescindible y otros necesario sólo en algunos aspectos. Se hizo primero un catálogo de títulos -con María Jesús San Segundo como ministra de Educación, entre 2004 y 2006-, lo que desató una primera contienda. Bastó con una primera propuesta en la que, por ejemplo, se proponía integrar la carrera de Historia del Arte en la de Historia o las filologías, para que empezaran las protestas. Las facultades de Historia del Arte tardaron pocos días en salir a la calle contra la eliminación de sus carreras. Se armó tal follón que el ministerio no fue capaz de reaccionar a tiempo. El propio Zapatero tuvo que desmentir personalmente que no iba a ser así. Aquel proyecto está más que enterrado y ahora no hay catálogo alguno, las universidades pueden proponer los títulos que quieran con total libertad, aunque pasan por evaluaciones, que son también parte del problema actual.
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